domingo, 13 de mayo de 2012

CAPITULO2

Desperté por los penetrantes rayos de sol que entraban por la ventana, me cegaban por completo. Tenía una espantosa jaqueca y parecía como si el mundo entero gritara en mis oídos. Destapé mi cuerpo, para poder salir hacia la cocina y tomar un café, una noche llena de tragos dejaba una completa cruda. No recordaba bien como llegué a mi habitación, solo sabía que estaba ahí, miré mi cuerpo, estaba completamente desnudo, miré del lado izquierdo de la cama… ¡Que hiciste anoche, Jamieson! Estaba Joe, el chico que conocí anoche. Tapé mi rostro con ambas manos, cuando sentí un pequeño dolor en mi labio inferior al dejarlas bajar por mi cara, ¡Traía puesto un anillo! ¿Pero… que rayos pasó ayer? ¿Me casé con Joe? ¡¿Me casé con Joe?!
— ¡Joseph!—Alargué gritando el nombre de mi… creo esposo.
—Cállate…—Dijo con voz adormilada.
— ¡Joseph! Levántate—Lo moví numerosas veces hasta que logré que levantara la mitad de su cuerpo de mi cama.
— ¿Qué quieres, Jamie?—Dijo tapando su cara con ambas manos. También traía un anillo parecido al mío, pero más grande.
— ¡Nos casamos anoche, Joseph!—Joe abrió los ojos al tope, me miró sorprendido, esperando a que esas palabras cambiasen.
— ¿Qué? Tú estás bromeando, ¿verdad, mujer?—Parecía no agradarle la noticia… ¡¿A quién le agradaría una noticia así?!
— ¡Mira tu mano, Joseph!—Joe miró su mano, rió sonoramente y me miró.
—No, Jamie, este anillo es una promesa: mis hermanos y yo prometimos ser vírgenes hasta el matrimonio.
— ¡Qué bien cumpliste la promesa!—Bien, por lo menos era la primera vez que ambos habíamos hecho esto.
—Oh, no…—Es ‘‘Oh, no’’ me hizo girar a verlo, tenía una mirada perdida en su mano—Jamie… si… si nos casamos…
— ¿Qué? ¿No que era una promesa?—No pude haberme casado con un completo extraño.
—Jamie… e-este no es mi anillo de la pureza…—Giró al tocador que tenía junto a él y ahí estaba otro anillo—Es-es este…
— ¡No!—Alargué al verlo— ¡No, no, no y no!
— ¡Tranquila! Por eso existe el divorcio, Jamie—sonrió. Con todo este lio, asombro y la sorpresa de saber que me casé, no recordaba lo que mis padres hicieron cuando yo tenía diez años.
—Tienes razón… lamento haberme puesto así… es que… nunca pensé…
— ¿En casarte con un completo extraño?—Arqueó una ceja, divertido.
—Si…—ambos soltamos una pequeña risa, los dos estábamos tapados con las sabanas de mi cama, por lo que me sentía incomoda, por mas esposo mío que sea, no lo conocía del todo.
— ¿Me dejarías tomar una ducha?—Me puse de pie, comencé a buscar una bata para taparme.
—Claro, es la puerta de junto—señalé la puerta y sonreí, él secundó mi sonrisa y se puso de pie, salió de la habitación. Escuché que cerró la puerta del baño y cerré la de la habitación, di un enorme suspiro y me recargué en la puerta.
¿Cómo es que me casé? ¿Cómo les explicaré esto a mis padres? ¿Cómo? Creo que se sentirían algo decepcionados, no creo que les guste la noticia de que su hija, en una noche de borrachera, se casó con un completo extraño.

Joe había salido de la ducha, yo había recogido su ropa y le presté una camisa y un pantalón, de los que mi hermano deja aquí cuando llega ebrio y se queda a dormir. Ahora era mi turno de ducharme, así que me fui al baño, dejando a Joe vestirse. Cerré la puerta del baño, quité la bata de mi cuerpo y abrí la llave del agua fría, lo que menos me importaba en estos momentos era si el agua estaba fría o caliente, solo quería una ducha.
— ¿Quieres café?—Me hallaba ya en la cocina, preparando algo de comer y café para desayunar.
—Claro—tenía una mirada perdida en la ventana, viendo el hermoso día que hacía en Las Vegas, mi querida ciudad.
Terminé de preparar ese pan tostado, puse un poco de mermelada en el mío y llevé los platos a la mesa, después la mermelada y la mantequilla de maní junto a Joe, para que él pusiera lo que quisiera en su pan.
—Gracias—Tomó la taza de café que había dejado junto a él y tomó un sorbo— ¿Recuerdas algo de anoche?—Preguntó tan pronto y tragó ese sorbo de café.
—No, lo único que recuerdo es que tomaste mi mano, corrimos y después… supongo que nos casamos…—Era la verdad, después de ver todo negro, ya no recordaba nada—¿Y tú?—Di una mordida a mi pan tostado.
—Recuerdo lo mismo que tú, a excepción que recuerdo que desperté a las cinco de la mañana, te vi junto a mí y… pensé que estaba soñando…—Se dibujó una pequeña sonrisa en sus labios y provocó que sonriera igual.
— ¿Por qué soñando?—solté una leve risita y lo miré, mordiendo su pan con suma tranquilidad y… sensualidad.
—Porque no pensé que una mujer como tú, estaría con un hombre como yo…— ¿Eso… eso era un cumplido o debía sentirme ofendida?
— ¿Debería sentirme alagada u… ofendida?—Joe soltó una leve risa, masticando aun ese pan.
—Alagada…
El resto del desayuno fue en silencio, soltábamos de vez en cuando unas risas al encontrar nuestras miradas. Sus ojos almendrados, su boca, su sonrisa… todo de él era hermoso… para habernos casado por accidente, no había elegido un mal esposo.
—Bien—Ya habíamos terminado el pan tostado, ahora solo estábamos bebiendo el poco café que quedaba en nuestras tazas—, ¿Vamos a lo del divorcio?—Me había perdido tanto en mis pensamientos, en sus ojos y su sonrisa, que se me había olvidado el asunto del divorcio.
—Cl-claro—Tomé el último sorbo de café y me puse de pie, tomé mi plato, mi taza y caminé a la cocina, para dejarlos en el lavaplatos. Joe hizo lo mismo que yo. Por lo menos no era de esos que dicen que las mujeres deben de hacer todo el trabajo doméstico.